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El jardín europeo

18/10/2023 | UE
El jardín europeo

¿Cómo no iban a desatarse las tensiones internas a la par que la orientación hacia la guerra? La guerra en Ucrania lanzó a los capitales europeos a los brazos de unos EEUU que, desde el principio han sabido utilizar la guerra contra la competencia europea hasta el punto de convertirla en la base de lanzamiento de una verdadera guerra comercial y por el mercado de capitales. El capital europeo se encuentra ahora entrampado por una guerra que para ellos es una losa -no para EEUU- y perdiendo la carrera de capitales por las nuevas tecnologías y el Pacto Verde -su apuesta estratégica- frente a China y EEUU en todos los frentes: desde el coche eléctrico al Hidrógeno pasando por la IA. Su horizonte inmediato: más guerra, más tensiones internas, una nueva recesión y nuevos ataques contra las condiciones de vida de los trabajadores.

La división interna agudiza la orientación hacia la guerra

En octubre de 2022, el representante de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, comparó la UE con un jardín, mientras señalaba al resto del mundo como la jungla. Un año después el «jardín» parece un saco de gatos. El propio Borrell desautoriza a von der Leyen en medio de un ambiente de conflicto abierto sobre el posicionamiento imperialista de la Unión en el Levante mediterráneo. Pero a estas alturas, las grietas en la posición exterior «común» sobre la guerra en Israel y Ucrania son sólo una parte del «momento» del «colapso geopolítico» UE.

En la Cumbre de Granada organizada por una desleida presidencia de turno española de la UE, Zelensky volvió a ejercer de estrella invitada. El discurso volvía a centrarse en la necesidad de recibir más armamento y financiación agitando el fantasma de una invasión rusa de toda Europa. Venía de semanas difíciles. Tras el anuncio del cese de nueva ayuda armamentística por parte de Polonia y la victoria electoral de Fico en Eslovaquia parecía que la posición del grupo de países dirigidos por Hungría se reforzaba dentro de la UE.

Unas semanas después, la victoria de Tusk en Polonia y la posible formación -bajo presión de Berlín y Bruselas- de un gobierno de coalición sin el todavía gobernante y ultra PiS, aceleran aún más las tensiones. Hungría, que ha visto cómo le subía un 20% el gas ruso que le llega a través de Bulgaria, ha roto el bloqueo político a Rusia con una visita de Orban a Moscú que sólo puede enconar aun más la sorda guerra interna en la UE.

La ofensiva y limpieza étnica azerí en el Karabaj también azuza tensiones: Alemania y Francia evitaron la firma de un acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán en Granada cargando contra una Turquía que está muy tentada de seguir rehaciendo fronteras para tener paso directo al gas de Azerbaiyán... y beneficiarse así del nuevo estatus de Azerbaiyán como proveedor preferente de gas de la UE. Dicho en claro: fue la UE la que despertó el apetito imperialista turco para paliar la subida de costes que supone el fin del gas ruso. Y Azerbaiyán seguirá teniendo carta blanca para cualquier horror mientras fluya el gas.

Al final, la «posición global» europea, su nuevo mapa de alianzas energéticas «fiables» y sus discursitos sobre los valores se ha traducido en la mayor limpieza étnica en la región en lo que va de siglo. Por supuesto, EEUU, que celebra ante todo la pérdida de control regional de Rusia, tampoco ayudó a nada que no fuera azuzar la guerra.

Como es habitual, los derechos humanos en unas ocasiones convienen y otras no. Al fin y al cabo, ¿que otra cosa se puede esperar cuando estados europeos como Francia han estado alimentando fatales conflictos en territorios cercanos como en el Sahel? Conflictos que fuerzan migraciones masivas que después se criminalizan en la UE, como se ha demostrado en la Cumbre de Granada. Una política antiinmigración liderada por Meloni y Sunak, que buscan relacionar el flujo migratorio a Europa con la amenaza militar rusa y darle a ambas una respuesta militar.

El capital europeo sin rumbo

Las ganancias del capital estadounidense en medio de la guerra comercial

EEUU capitaliza su guerra en el mercado de capitales frente a la UE y China con una cifra récord de inversiones industriales

Sin embargo, cuanto más se orienta hacia la guerra, más se debilitan los capitales nacionales de la UE. A fin de cuentas, el bloqueo y la financiación a todo trapo de una guerra contra Rusia significaba entrar en guerra contra el proveedor energético que aseguraba la competitividad de las principales industrias exportadoras alemanas. Y no ha sido sólo el pasar a depender de proveedores más caros. Sólo las ayudas paliativas y los incentivos a las renovables en el mercado eléctrico han costado hasta ahora a la UE 800.000 millones y se calcula que costarán 140.000 más cada año hasta 2030. Y lo más importante, no sólo Alemania sino prácticamente todo el continente, incluida España, han acelerado al extremo las tendencias a la desindustrilización.´

A estas alturas los «grandes mercados de futuro», como la tecnología fotovoltaica, la IA o el coche eléctrico se han convertido en un verdadero Waterloo para la industria europea. A pesar de los esfuerzos, los productores europeos de coches eléctricos están muy lejos de superar en tecnología y en precio tanto a Tesla (EEUU) como a los fabricantes chinos. No solo en volumen, si no en rentabilidad la producción china supera a la UE: un coche producido por BYD (China) seguiría siendo un 25% más barato que los modelos occidentales equivalentes incluso de ser producidos en Europa llegando a ser un 35% más rentables.

Por eso las apuestas estratégicas europeas y en concreto el Pacto Verde, se difumina y se intenta redirigir torpemente hacia los mercados menores del gran marco (captura de CO2, biocombustibles) sin reconocer la derrota competitiva más que en el off the record. Si hubiéramos discutido hoy el Pacto Verde, no habría Pacto Verde, confesaba a Le Monde un diplomático.

La realidad: en el marco de la guerra comercial entre EEUU y China, como reconoce publicamente el propio Borrell, no hay espacio para un proyecto imperialista europeo diferenciado.

Y EEUU no suelta presa. Al contrario. En el marco de su guerra tecnológica y comercial contra China en el mundo de los semiconductores, llegó a sancionar hace unas semanas a 28 empresas, entre ellas empresas estratégicas europeas, por actuar «contra su seguridad nacional» por vender o permitir el acceso a tecnología competitivas a empresas chinas.

Viene una nueva ofensiva contra los trabajadores

En ese marco, las subidas de tipos de la Reserva Federal, al llevar al BCE a hacer lo propio para que los capitales europeos no vuelen hacia EEUU, llevan todo el camino de provocar una nueva recesión. Gran Bretaña marca el camino y los países menos capitalizados, como Portugal, lo dan por hecho, sumándose a la «nueva austeridad» que para 2024 planean ya Francia y Alemania.

Traducido: para salvar la rentabilidad de los capitales europeos los estados darán un nuevo impulso a la transferencia de rentas del trabajo al capital, acompañado ahora de un ataque abierto a la universalidad de los servicios básicos (Sanidad, Educación, etc.) bajo la cínica bandera de centrarse en «los más vulnerables» y defender la «justicia social».

El marco general y las tendencias son claras: la UE es un factor activo en la extensión global de la guerra y la devaluación permanente y sistemática del trabajo y la vida humana. La barbarie no tiene otra alternativa que la superación definitiva del sistema entero que la alimenta. Eso es lo que nos mueve y a lo que te convocamos.