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El militarismo en auge

20/10/2023 | Actualidad
El militarismo en auge

¿Qué es realmente el militarismo?

El militarismo no consiste tan sólo en la hipertrofia del sector armamentístico. Es ante todo, la supeditación del conjunto de la producción a la guerra. Ésto se materializa, a través un circuito específico de acumulación, organizado desde los estados y garantizado por los impuestos.

El militarismo ya está aquí, no es una perspectiva, es una dinámica

  1. Si la hipetrofia del sector armamentístico es endémica desde que el capitalismo entró en decadencia, la guerra de Ucrania ha levantado el listón. A estas alturas EEUU vive un verdadero boom sin precedentes en tiempos «de paz», Rusia ha visto aumentar su cartera de pedidos en 50.000 millones de dólares, China pega codazos en África para hacerse con un trozo de pastel y hasta el gobierno francés habla sin vergüenza de la «magnífica oportunidad que la guerra es para la industria»

  2. La supeditación de la producción a la guerra tiene al menos varias caras. Pero la primera de ellas es la extensión de la producción para usos militares en sectores supuestamente civiles.

    El último ejemplo salía hoy mismo en la prensa: Grifols, una industria catalana dedicada a producir plasma sanguíneo, anunciaba un contrato de 11 millones con el Departamento de Defensa de EEUU para investigar fármacos contra eventuales ataques biológicos.

    El sector farmacéutico y los laboratorios son sólo un ejemplo, pero muy ilustrativo. Con el ejército pagando puntual y generosamente por la investigación que necesita, y pocos incentivos para arriesgar inversiones en I+D que responda a enfermedades minoritarias o «de pobres», es muy probable que veamos como la industria farmacéutica de todos los tamaños reorienta sus capacidades... hacia las necesidades de los militares en una guerra futura.

  3. Pero además, el comprador principal y casi único del sector armamentístico es el estado. Y el estado paga a base de impuestos. Crear nuevos impuestos o reducir servicios universales básicos para pagar armamento es otra expresión característica del militarismo.

    Ayer mismo Biden, que acaba de salir de una batalla con los republicanos para definir el techo de deuda, presentó en un discurso a la nación con aires de emergencia nacional, el argumento de lo que hoy se convirtió en una solicitud al Congreso de EEUU 105.000 millones de dólares de presupuesto militar extra. De ellos 60.000 son para armar a Ucrania en su guerra contra Rusia, 14.000 a Israel contra Hamas, 13.600 para reforzar al ejército de EEUU en la frontera mexicana y 7.400 para las fuerzas armadas taiwanesas. Y todo eso, dado el techo de deuda, saldrá de partidas ya aprobadas y/o de nuevos impuestos.

    En Europa es más claro aún. Tanto la Comisión Europea como los gobiernos hablan abiertamente de la vuelta a la austeridad. Y al mismo tiempo hacen un llamamiento a la industria de guerra para que les soliciten financiación preferente. La propia UE avalará y tomará parte del coste de los créditos necesarios.

  4. A día de hoy el circuito de acumulación está ya a pleno rendimiento. Y no sólo está azuzado por las donaciones de EEUU y las tensiones crecientes en África y Asia. El gasto militar de los países europeos supera ya el nivel de la Guerra Fría.

Del militarismo como condicionante al militarismo como modo de vida del capital

  1. El militarismo no es ya una perspectiva, sino una dinámica en marcha y cada día más potente. Condiciona ya desde el ancho de las carreteras a las estrategias de aprovisionamiento de combustible, pasando por el I+D, el desarrollo tecnológico, la agricultura y los presupuestos sanitarios.
  2. El militarismo, al desarrollarse deja de ser un condicionante, para transformarse en una guía que acaba siendo un modo de vida del capital. Nos dirigimos hacia una supeditación total de la economía y la producción a la guerra... al estilo ruso.
  3. El coste del militarismo es tan grande para cualquier sociedad que, pasado cierto nivel, necesariamente se socializa. Y la forma de socialización más obvia del militarismo es el servicio militar obligatorio.
    En la respuesta europea y estadounidense de estos días a la movilización general para la guerra de la sociedad israelí hemos visto bastante más que admiración. Es el modelo. La conscripción obligatoria que volvió allá por 2020 al horizonte de objetivos de la mayor parte de burguesías europeas está ya expandiéndose de Norte a Sur.
  4. Orientada y centrada en las guerras presentes, pero sobre todo en la futura, la burguesía necesita movilizar a toda la industria de la opinión para generar consenso en torno a sus objetivos. Viene una cultura aún más belicista y antihumana. Si ya tuvimos todo un bombardeo defensista e infame para justificar la matanza ucraniana, con las justificaciones de las barbaries de Hamas contra civiles como parte de una «lucha de liberación nacional» (es decir, como forma de lucha supuestamente legítima de una burguesía nacional) vamos viendo por dónde irán, literalmente, los tiros... contra los trabajadores de todos los lados de todas las fronteras.
  5. Necesitamos desenmascarar el militarismo, mostrar hacia dónde quiere conducirnos y lo que le impulsa, enfrentar la cultura que promueve y levantar la única alternativa válida para los trabajadores y la Humanidad en todos lados y en todos los conflictos armados animados por sus clases dirigentes.