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¿Qué se juega en las elecciones argentinas?

14/10/2023 | Argentina
¿Qué se juega en las elecciones argentinas?

Desde The Economist hasta El País siguen la campaña presidencial argentina con aprensión. Buena parte de la burguesía argentina, también. El colapso electoral del peronismo y el macrismo que se vio en las PASO (primarias obligatorias) no conviene a nadie. El ascenso de un impredecible y personalmente inestable Milei tampoco puede satisfacer a ningún jugador imperialista, ni siquiera a los EEUU, a quienes adora el caudillo libertario. ¿Se volvió loca la burguesía Argentina?

No. En realidad simplemente su modelo, arquetipo de los países semicoloniales en el que las exportaciones de bienes primarios sostienen a través del estado una industrialización siempre dependiente, ha colapsado definitivamente.

Lee la entrada «Países semicoloniales» para entender las causas históricas de la tendencia permanente a la huida de capitales. Es esta tendencia la que produce crisis cambiarias e inflación de precios.

Los principales sectores de la burguesía argentina en su punto de no retorno

Las dos principales facciones de la burguesía argentina necesitan una transferencia de rentas desde el trabajo ya para sobrevivir.

  1. La burguesía exportadora (agroganadera, mineras, etc.), motor de la acumulación, ha perdido los principales mercados de carnes y granos, superados por competidores como Paraguay, Uruguay y Brasil. No sólo sufren la pérdida de competitividad por los juegos cambiarios, cada vez más forzados, que exige sostener el modelo artificialmente. Las retenciones y los impuestos a las exportaciones están drenando su rentabilidad. Quieren un golpe de timón.
  2. Los mismos juegos cambiarios -producidos por la sangría de capitales- producen dificultades crecientes para importar. A día de hoy la industria nacional está prácticamente paralizada por falta de insumos pues no consiguen los dolares para importarlos.

Este sentido de urgencia les lleva a un acuerdo fundamental: realizar un ajuste brutal al proletariado y la pequeña burguesía para recuperar mercados y mejorar rentabilidad. Y es que, como decíamos en artículos anteriores, esta vez la burguesía argentina no tiene otra discusión posible que la organización de un «ajuste» draconiano.

Queda claro que su problema no es un inexistente dilema entre inserción internacional e independencia nacional. Su principal reto es que su aparato político está demasiado desgastado como para aguantar un «ajuste» como el que el acuerdo implica sin arriesgarse a una contestación generalizada. Este riesgo se multiplica por su incapacidad a la hora de enfrentar una inflación que ahora no sólo se alimenta de la situación del capital argentino en el mercado global sino de las consecuencias de la guerra en Ucrania y la reorganización de la división internacional del trabajo.

Argentina y el FMI: más grave de lo que piensas, 31/3/2022

Pero con esto no basta. Una de las dos facciones principales de la clase dirigente tiene que desplazar a la otra y someterla a sus intereses básicos.

Esa pelea es la que expresa la contienda electoral.

La burguesía del sector primario exportador se expresa a través de por Juntos por el Cambio (Bulrich) y -acompañada de una buena parte de la pequeña burguesía capitalina enrabietada en la que no puede confiar- de La Libertad Avanza (Milei). Sus programas consisten básicamente en «soltar el lastre» de la industria dependiente del estado y «acabar para siempre» con las burocracias sindicales y el sistema peronista.

Al núcleo duro de la burguesía exportadora argentina, evidentemente Milei no le gusta. Como decía uno de ellos: «Patricia Bullrich era la candidata preferida del círculo rojo». Pero a estas alturas es capaz de sacrificar gobernabilidad y ayudas gubernamentales compensatorias por grandes líneas. Ya domará al monstruo, piensa.

Por otro lado, la burguesía industrial -y una parte no menor de la burocracia del capitalismo de estado argentino que incluye a los sindicatos- se ve representada a través de Unión por la Patria (Massa). Acompañada ésta de la pequeña burguesía intelectual autodenominada progresista y con el grueso del trotskostalinismo como ala izquierda, buscan obtener legitimidad, a través de las elecciones presidenciales, para realizar un ajuste que también salve a la ilusoria industria nacional.

La guerra mundial despunta intenciones en Argentina

Argentina está pasando de la periferia al centro del mapa de conflictos imperialistas. La gravedad de la presente crisis, que dura ya años, ha exacerbado el problema de alineamiento del gran capital argentino. Como aseguró el propio Massa:

Si rompemos con el Mercosur y China ¿de dónde van a salir los dólares?

El problema es que cada vez la polarización de los conflictos imperialistas en torno a China y EEUU dejan menos espacio para esos equilibrios.

Con una Kristalina Georgieva debilitada, por un roce permanente con Estados Unidos. Por primera vez en mucho tiempo, la directora gerente del FMI no va a ser reelecta. Es la debilidad de Georgieva que también la deja sin capacidad de maniobra para la relación con Massa.

Si hubiera un arreglo con China, habría una señal de ese arreglo: la Argentina estaría viendo si le compra aviones caza, aviones de guerra de fabricación chino pakistaní. Eso es para el gobierno argentino cruzar una línea roja, es entrar en un alineamiento con China en materia de guerra, de defensa, en materia de seguridad internacional. Ya no es comercio, es otra cosa. [...]

Pero Taiana viaja a India, que es un enemigo de China y más todavía de Pakistán. Es decir, la Argentina está buscando otro alineamiento que daría la impresión que no hace juego con las versiones que emite el ministerio de Economía que dicen que si no se arregla con el Fondo se entregan en brazos del Banco Central Chino»

Carlos Pagni en La Nación, 18/7/2023

El problema se multiplica porque, cada provincia tiene intereses económicos creados con distintos capitales extranjeros. Si le sumamos las escualidas fuerzas armadas, inoperantes ya sea en caso de roces armados en las hidrovías, para disuadir querellas fronterizas por recursos estratégicos con Chile o, a medio plazo, para poner precio a los esfuerzos de EEUU y Gran Bretaña por hacerse con el control de la principal ruta interocenánica de los buques chinos, entendemos los esfuerzos agónicos de rearme sin otro horizonte que ganar tiempo y evitar excesivas tentaciones de los cambiantes «aliados» del capital nacional.

¿Y los trabajadores?

En agosto, cuando todavía estábamos lejos de pasar la frontera de los 1000 pesos por dólar, el 30% de los trabajadores activos no tenían ingresos suficientes para llenar la cesta básica con su salario. Menos aún para tirar adelante de una familia. Por eso la pobreza infantil llega al 54,7% y el 40,01% de la población está ya bajo la línea de la pobreza. Partiendo de esa base el impacto del ajuste que viene sobre las condiciones más básicas de vida sólo puede ser brutal.

Sin embargo, a pesar de la invitación de los sectores más rancios del peronismo, que querían mostrar «caos» tras las PASO para atemorizar a una parte de la pequeña burguesía que había votado a Milei, los asaltos y saqueos, orquestados por el punterismo peronista, no han arrastrado a los trabajadores. A pesar de que su combatividad sigue férreamente controlada por los sindicatos (peronistas) en prácticamente todas las huelgas que se abren, la dominante es el descrédito.

Pero el descrédito de peronismo e izquierda, por sí mismo, no significa ningún avance. Durante los últimos años los trabajadores no acabaron de encontrar una salida al sabotaje permanente de la izquierda y los sindicatos a sus luchas. Y sin eso, una situación volatil para la clase dirigente no dejará de ser un infierno plúmbeo para los trabajadores. Organizarse, crear y preparar espacios donde pueda surgir organización y orientación de clase independiente del capital nacional y sus interesres, es más urgente que nunca.